martes, 4 de septiembre de 2012

Shiztrems - La gran batalla (capítulo 10)


 No podíamos permitir que los vampiros se acercaran mucho al pueblo, por lo que fuimos a su encuentro, le dije a mi madre que me iba de fin de semana con Edu a un pueblo cercano de la ciudad y se lo creyó. No nos dio tiempo a alejarnos demasiado, pues ya estaban cercanos al pueblo y los encontramos en seguida. Cuando me quise dar cuenta ya había muchos luchando, mi misión era esconderme hasta que quedaran unos pocos y atacar a estos, pues, al ser la última que se había convertido en Shiztrem, lo más probable era que me mataran enseguida y en ese caso no serviría para nada. Encontré un gran matorral cercano que invadía casi dos metros cuadrados y me metí en medio, no sé cuánto tiempo pasé allí, una hora, tal vez dos o incluso solo media. En el preciso momento que me asomé Eduardo estaba acorralado entre cuatro vampiros que estaban a punto de matarle, no sé como lo hice y aún no sé muy bien que hice, no me dio tiempo ni a pensar, grité una cosa muy extraña en una lengua que ni siquiera conocía y todos los vampiros que quedaban, que en realidad eran solo seis de los veinte aproximadamente que había en un principio, quedaron inconscientes, al igual que yo por el esfuerzo, podrá parecer una tontería lo del esfuerzo pues solo grité pero luego me contaron que lo que había hecho no era un simple grito como yo pensaba si no que era un poder muy particular que solo tenían cinco Shiztrems en el mundo que consistía en lanzar una especie de conjuro en Tükçe que debilitaba a un máximo de diez vampiros dejándolos inconscientes pero la energía que se necesitaba para lanzarlo era tal que te debilitaba a ti mismo, cuando desperté estaba en una habitación de una cabaña, Edu me contó que, al estar los vampiros inconscientes los habían acabado de matar sin problemas y que de los nuestros solo había fallecido uno, pero ya era muy infeliz y había intentado suicidarse varias veces así que, en el fondo, le habían hecho un favor al hombre. En la misma habitación en la que yo me encontraba había más personas heridas, muchas más, y solo quedaban nueve de los veinticinco que éramos en pie, curando y atendiendo a los demás. Edu me dijo que debía descansar y, en cuanto apoyé la cabeza me quedé profundamente dormida. Cuando desperté estaba en la casa de Edu, habían pasado tres días y la mayoría de los heridos ya estaban curados. Cuando pude pensar con claridad me acordé de que a mi madre le había dicho que solo íbamos a pasar fuera un fin de semana y ya llevaba cuatro días, en seguida se lo dije a Edu…
-          No te preocupes por eso – respondió – he telefoneado a tu madre y le he contado que había ocurrido un problema con el hotel en el que nos alojábamos y tendríamos que quedarnos hasta el viernes.
-          Siempre estás en todo… menos mal, te quiero.
-          Bueno aprovechando que tenemos tres días para nosotros solos y tú ya estás bien… ¿Qué te apetece hacer?
-          Umm… ¿qué te parece si damos un paseo de momento?
-          Tus deseos son ordenes- y me guiñó un ojo, cuando íbamos a salir por la puerta sonó su móvil.
-          ¿Sí? – Silencio – Oh vale, por nosotros ningún problema- Silencio, ésta vez más largo que el anterior – Vale, ¿tenemos que llevar algo? – Silencio – Ok, adiós, besos.- colgó.
-          ¿Qué pasa? – le pregunté
-          Era Mario, dice que han pensado en hacer una fiesta el viernes en su casa para celebrar la victoria, será a las dos de la tarde, comeríamos allí y nos iríamos cuando quisiéramos, y si todos estamos de acuerdo a las 6 haríamos picnic. No hace falta que llevemos nada.
-          Oh, vale.
-          Además será una buena oportunidad para que conozcas a todos…

No hay comentarios:

Publicar un comentario