No podíamos permitir que los vampiros se
acercaran mucho al pueblo, por lo que fuimos a su encuentro, le dije a mi madre
que me iba de fin de semana con Edu a un pueblo cercano de la ciudad y se lo
creyó. No nos dio tiempo a alejarnos demasiado, pues ya estaban cercanos al
pueblo y los encontramos en seguida. Cuando me quise dar cuenta ya había muchos
luchando, mi misión era esconderme hasta que quedaran unos pocos y atacar a
estos, pues, al ser la última que se había convertido en Shiztrem, lo más
probable era que me mataran enseguida y en ese caso no serviría para nada.
Encontré un gran matorral cercano que invadía casi dos metros cuadrados y me
metí en medio, no sé cuánto tiempo pasé allí, una hora, tal vez dos o incluso
solo media. En el preciso momento que me asomé Eduardo estaba acorralado entre
cuatro vampiros que estaban a punto de matarle, no sé como lo hice y aún no sé
muy bien que hice, no me dio tiempo ni a pensar, grité una cosa muy extraña en
una lengua que ni siquiera conocía y todos los vampiros que quedaban, que en
realidad eran solo seis de los veinte aproximadamente que había en un
principio, quedaron inconscientes, al igual que yo por el esfuerzo, podrá
parecer una tontería lo del esfuerzo pues solo grité pero luego me contaron que
lo que había hecho no era un simple grito como yo pensaba si no que era un
poder muy particular que solo tenían cinco Shiztrems en el mundo que consistía
en lanzar una especie de conjuro en Tükçe que debilitaba a un máximo de diez
vampiros dejándolos inconscientes pero la energía que se necesitaba para
lanzarlo era tal que te debilitaba a ti mismo, cuando desperté estaba en una
habitación de una cabaña, Edu me contó que, al estar los vampiros inconscientes
los habían acabado de matar sin problemas y que de los nuestros solo había
fallecido uno, pero ya era muy infeliz y había intentado suicidarse varias
veces así que, en el fondo, le habían hecho un favor al hombre. En la misma
habitación en la que yo me encontraba había más personas heridas, muchas más, y
solo quedaban nueve de los veinticinco que éramos en pie, curando y atendiendo
a los demás. Edu me dijo que debía descansar y, en cuanto apoyé la cabeza me
quedé profundamente dormida. Cuando desperté estaba en la casa de Edu, habían
pasado tres días y la mayoría de los heridos ya estaban curados. Cuando pude
pensar con claridad me acordé de que a mi madre le había dicho que solo íbamos
a pasar fuera un fin de semana y ya llevaba cuatro días, en seguida se lo dije
a Edu…
-
No te preocupes por eso – respondió – he
telefoneado a tu madre y le he contado que había ocurrido un problema con el hotel
en el que nos alojábamos y tendríamos que quedarnos hasta el viernes.
-
Siempre estás en todo… menos mal, te quiero.
-
Bueno aprovechando que tenemos tres días para
nosotros solos y tú ya estás bien… ¿Qué te apetece hacer?
-
Umm… ¿qué te parece si damos un paseo de
momento?
-
Tus deseos son ordenes- y me guiñó un ojo,
cuando íbamos a salir por la puerta sonó su móvil.
-
¿Sí? – Silencio – Oh vale, por nosotros ningún
problema- Silencio, ésta vez más largo que el anterior – Vale, ¿tenemos que
llevar algo? – Silencio – Ok, adiós, besos.- colgó.
-
¿Qué pasa? – le pregunté
-
Era Mario, dice que han pensado en hacer una
fiesta el viernes en su casa para celebrar la victoria, será a las dos de la
tarde, comeríamos allí y nos iríamos cuando quisiéramos, y si todos estamos de
acuerdo a las 6 haríamos picnic. No hace falta que llevemos nada.
-
Oh, vale.
-
Además será una buena oportunidad para que
conozcas a todos…
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