Llegó el viernes, fuimos a casa de Mario a la una y media
para ayudar a preparar cosas, su mujer y su hermana estaban allí, ambas tenían
mi edad, una se llamaba Marylin y la otra Carmen, nos hicimos amigas en ese
mismo momento, y pasamos a íntimas con el paso de los años.
La fiesta fue fantástica y también nos quedamos al picnic.
Conocí a todos y me cayeron bastante bien, excepto dos chicas, que eran primas,
Lucía y Carla, ambas eran muy egocéntricas. Sinceramente pensaba y sigo
pensando que yo a ellas tampoco les caí lo que se dice bien por tanto no me
importó.
*** Dos años después***
Estaba realmente nerviosa, era nada más y nada menos que el
día de mi boda con Eduardo. En cierto modo era muy precipitado y ambos lo
sabíamos, pero también sabíamos que nuestro amor sería para siempre. Esto fue
una de las principales razones que nos llevaron a casarnos.
La que costó más convencer fue a mi madre.
-
¿Estáis locos? – había dicho – sois demasiado
pequeños para casaros y además, tampoco lleváis tanto tiempo juntos. ¿Y si os
dejáis de gustar?, ¿y si os perdéis muchas cosas por el hecho de casaros tan
pronto?, ¿y si…?
-
¿Y si cae un meteorito a la tierra y nos morimos
todos? – le había contestado ya algo molesta por tantos “¿y si…?” – mamá, sé
que te parecemos muy jóvenes para casarnos y todo eso pero aunque a ti te
parezca poco, dos años juntos nos parece tiempo suficiente para tomar esta
decisión, además sabemos que nuestro amor no se va a acabar así como así.
Eduardo parecía tener intenciones de explicarle lo del
noveno hijo de la familia y toda esa historia pero una mirada mía le bastó para
darse cuenta de que mi madre no lo entendería.
Pasó más tiempo del que me habría gustado hasta que mi madre
terminó aceptándolo y respecto a mi padre… él se enteró cuando ya estábamos
casados. Se enfadó bastante por no haberle avisado aunque él estuviera de maniobras
en otro sitio y esas cosas pero bueno, eso es otra historia.
El tema de la boda fue mejor del que jamás hubiera
imaginado:
Fue una boda de ensueño, y no es por exagerar. Se celebró en
el mismo sitio en el que años atrás había sido la batalla, al ser mediados de
primavera todo estaba lleno de flores y además media hora antes había llovido,
y ahora había un sol espléndido, por lo que se había formado un enorme arcoíris
muy brillante. Se celebró por la tarde, casi por la noche, así que cuando acabó
fuimos todos a cenar a un bonito restaurante del pueblo vecino, mi madre quería
que le hiciéramos un poco de guías, pues supuestamente ya habíamos estado allí,
pero como no teníamos ni idea de donde estaban las cosas le pusimos la excusa
de que ese día era nuestra boda y no nos apetecía y le bastó.
Poco a poco los invitados se fueron marchando y, cuando me
despedí de Carmen, ésta me pasó una nota que leí al día siguiente y que decía:
“Cuando acabes de tu
luna de miel, fiesta de chicas en mi casa, esta vez toca contar como nos
convertimos en Shiztrems y tu iniciación a nuestro pequeño grupo, no te
asustes, no es nada raro… será en mi casa. Besos de Marylin y Carmen. Pd: la
casa es la de Carmen”
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